la_reunion
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+ | ===== Capítulo 6: La reunión ===== | ||
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+ | * [[El oro de Escipión|El oro de Escipión (índice)]] | ||
+ | * [[El cura párroco|Capítulo 5: La alcaldesa]] | ||
+ | * [[La espada|Capítulo 7: La espada]] | ||
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+ | -Señores, vamos a empezar declarando que lo que se hable en esta reunión no va a salir de este despacho. Todos ustedes tienen encima suficientes evidencias delictivas como para emprender acciones legales que les mantendrían en prisión durante bastantes años; sin embargo, eso no beneficiaría a nadie, y tampoco queremos eso. | ||
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+ | -Yo no tengo por qué… | ||
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+ | -Usted es el primero que debe callarse, señor Trevijano. Debería darle vergüenza, un policía con su antigüedad y su historial de menciones y condecoraciones, | ||
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+ | -Creo que se está usted extralimitando en sus funciones, señora alcaldesa, y yo creo que… | ||
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+ | -¡Usted también se calla, Santiago! Entre usted y su amiga han aterrorizado al pueblo durante semanas. Nos ha costado Dios y ayuda dar con su paradero, y muchas noches recorriendo el pueblo a la espera de que efectuaran alguno de sus malditos experimentos. A ustedes no haría falta ni llevarlos al cuartelillo: | ||
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+ | -Pues yo no sé qué pinto en todo esto. | ||
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+ | -Usted, Padre Ignacio, se las está dando de víctima, pero me da que no nos cuenta todo lo que sabe de este asunto. Creo que en toda esta trama tiene usted un papel nada irrelevante. | ||
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+ | Don Ignacio, indignado, se levantó como con un resorte de su asiento en la mesa de reuniones de la alcaldía, y se dirigió hacia la puerta, donde el policía local / ropero-de-tres-puertas impedía el paso. El cura ni siquiera hizo ademán de tratar de apartar al «Carabestia», | ||
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+ | -Todavía no tengo ni idea de lo que todos ustedes se traen entre manos, pero les voy a advertir una cosa: yo no llevo de alcaldesa dos legislaturas seguidas porque sea tonta del culo (aunque algunas veces, con los marrones que tengo que comerme, me pregunto si no será así). Usted, señor Trevijano, con la ayuda de sus compinches, que son por cierto lo más granado de Trujillos, se ha dedicado a excavar un total de cinco túneles a lo largo y ancho de la colina bajo la iglesia, y gracias a Dios que le hemos pillado a tiempo, porque según el arquitecto municipal ha debilitado usted la cimentación del edificio hasta tal punto que hemos tenido que cerrar el templo al culto. Usted, Santiago, y usted, Teresa, al mismo tiempo que el señor Trevijano convertía | ||
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+ | -Doña Benita, es imposible que nosotros, que nuestro radar… | ||
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+ | -¡Estoy hasta el mismísimo moño de ustedes y de su radar! Como les he dicho al principio, ustedes no están encerrados en prisión porque aquí hay más de lo que aparenta, y después de que la guardia civil me haya ignorado durante semanas, de que el Instituto Sismológico Nacional se haya reído en mi cara y de haber sido amenazada por vecinos, comerciantes, | ||
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+ | -¡Un auto de fe! ¡Por Dios Benita! -Se santiguó el cura. | ||
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+ | -Un auto de fe, Padre. O se aclara todo ahora mismo, o aquí van a haber hondonadas de host… o se me van a enterar todos de lo que es bueno. | ||
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+ | Hubo unos segundos de incómodo silencio en el despacho, mientras la mayoría miraba cabizbajo la caoba de la mesa y alguno observaba con interés los grabados enmarcados en las paredes. Tere, sin embargo, no podía apartar la mirada de la evidente grieta vertical de la pared, que contrastaba con la madera noble de los muebles y el buen gusto de las molduras del techo, preguntándose si de verdad había sido ella la causante de semejante desaguisado. | ||
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+ | Puesto que estaba claro que nadie iba a soltar prenda, incluyendo a Santi, se decidió a soltar la bomba: | ||
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+ | -Hay un tesoro fabuloso debajo de Trujillos. | ||
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+ | A la alcaldesa se le abrieron los ojos como platos: | ||
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+ | -¿CÓMO QUE UN TESORO? | ||
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+ | -Un tesoro como no se ha visto nunca en la historia de la arqueología. ¿Sabe usted Tutankamón, | ||
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+ | La noche volvió a caer sobre Trujillos. La primera noche en semanas sin voces de ultratumba saliendo de las profundidades, | ||
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+ | Benita, satisfecha y aliviada por primera vez en tanto tiempo, leía su kindle en la cama a la luz de la lámpara de su mesita de noche mientras su marido girado de espaldas roncaba apaciblemente. Por algún motivo, que ella achacaba a la tensión vivida durante demasiado tiempo, no podía conciliar el sueño. | ||
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+ | Había puesto en su sitio aquella mañana a los arqueólogos, | ||
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+ | Y para colmo, aquella historia del tesoro. Aunque le pareciera lo más inverosímil del mundo, tenía que creerlo, porque saltaba a la vista que aquellos individuos había invertido mucho, se habían estado arriesgando, | ||
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+ | Volvió a mirar el despertador: | ||
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+ | Y entonces sucedió. | ||
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+ | -BBBBOOOOOOOUUUUUUMMMMMM!!!!! | ||
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+ | No fue sólo el ruido ensordecedor, | ||
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+ | -¡Benita, por Dios! ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? | ||
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+ | No supo qué contestarle. Simplemente se vistió a toda prisa y salió a la calle, donde centenares de vecinos ya estaban en las puertas de sus casas dispuestos a salvar la vida de lo que creían un terremoto. Benita se imaginó lo peor, y acertaba: en lo alto de la colina, donde antes se levantaba la iglesia, único atractivo turístico y único edificio singular del pueblo, ahora se levantaba una enorme columna de humo y polvo. | ||
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